"¿quién dijo que estoy solo?
No murieron para mí
ni mis padres ni mi hermana.
Como todas las mañanas,
las paso en el cementerio.
Y siento que soy feliz
vuestros nombres los abrillanto
grabados en una losa
y siento, querida hermana,
y anhelo, queridos padres,
que vuestros nombres grabados
queden para siempre en piedra
y en mi corazón impresos
y en el fondo de mi alma.
No advierto ya casi nada
más que dulce compañía
noto en el cálido estío
que vuestros yacentes cuerpos
¡sienten intensa alegría!
como un perlado rocío
al lavar las sepulturas
y en el frío invierno
las tumbas de flores siembro
cual un mullido edredón.
Así sentiréis calor
de los aromas y versos
y así transcurren los días,
las semanas y los meses
y un año tras otro año.
¿cuántos habrán transcurrido?
Sólo sé que mis tristezas
se truecan en alegría
si voy todas las mañanas
en la dulce compañía
de vuestros queridos cuerpos…"