martes, 13 de mayo de 2008









"Pinos y bancos de piedra

se extienden alrededor
de la ermita muy sencilla.
Los pinos, en su murmullo
se amalgama con los rezos
emanados desde el templo
y desde los oscuros bancos
estrechos, se mezclan estructurados
de enardecidos deseos,
de parejas de enamorados
que no sienten en sus nalgas
ni los fríos muy intensos
de los gélidos inviernos
ni calores sofocantes
en los cálidos estíos.

En cada cuarto de hora
se escucha en el caserío
los bucólicos sones
de las pequeñas campanas
en su bajita espadaña.
Están llamando a la misa
que tiene que celebrarse
cuando se den los tres toques
y el cura siempre feliz
recuerda a San Agustín
cuando en sus "Confesiones"dice
"pueblo que canta,
ora dos veces a Dios"
Y entona cantos sagrados
algunos, hasta en latín.
Celebra la santa misa
ora la palabra sagrada.
Y cuando expone
ciertos sacros pensamientos
más elevados y divinos
expresa el mismo estribillo,
¡Qué precioso! ¡Qué bonito! "