"¿Reside usted en Masías?
¿La conoce usted por dentro?
Se expande desde su centro
en una vasta extensión
para expender el pan
a toda la población.
Si tiene algunas ventajas
también tiene inconvenientes,
tal como la zarandaja
de no tener pan crujiente,
cada mañana del día,
para remediar tal fallo,
nos lo sirve a domicilio
un tal Miguel de Moncada.
Cual si estuviera en exilio,
siempre con el mismo rito,
tocando del coche el pito,
y siempre con buen humor.
Una mujer asaz pícara
le dice con "intención":
"Té hui el pito acatarrat?"*
"Filla, como vols que tinga el pito
després de estar sense femella
vora de quatre anys i mig?"
Otra mujer frescachona
le espeta de sopetón
con toda la ingenuidad:
¿suena el pito de otro modo
o es que me parece a mí?
Miguel con amplia sonrisa
ni corto ni perezoso:
Ya quisiera yo cambiar
por pito de coche nuevo y flamante
al que tengo de diario
que pita como un cascajo:
tendría así buen carajo.
Así se reparte el pan
con guiños y cuchufletas.
En algún día se olvida
de tocar el pito dichoso
y antes de que nadie le diga
la causa de no tocarlo,
les dice jacarandoso:
"en otro tiempo pitaba
todas las notas del órgano
Ahora ya no pita nada
por no tener con quien usarlo..."
Si alguna persona pía
con cara de circunstancias
decía emocionada:
"Danos, Señor, nuestro pan
en este bendito día."
Le contesta muy afable
y sin tono doctrinal
"Yo no le regalo el pan
si no me da los quince duros".
Entre bromas y de veras
se va repartiendo el pan
crujiente y tibio del día
en nuestra feliz Masías. "
* ¿tiene el pito hoy acatarrado?
hija, ¿cómo quieres que tenga el pito
después de estar sin mujer
después de cuatro años y medio?